Consejos de vida: Charlie Munger

Charlie Munger, con su aguda mirada y mente incisiva, fue una figura que trascendió el mundo financiero. No solo acumuló riqueza, sino que destiló la vida en principios claros y precisos, como un filósofo moderno en el cuerpo de un inversionista. Su verdadera genialidad radicaba en su habilidad para simplificar lo complejo, siempre en busca de la verdad y la virtud en un mundo en constante cambio. Lo hizo además, con ironía y buen humor.

Aquí les dejo un párrafo que refleja muy bien su filosofía vital. De utilidad tanto para jóvenes como para quienes no lo son:

¿Qué consejo general de vida tienes para los jóvenes?

Pasa cada día tratando de ser un poco más sabio de lo que eras cuando te despertaste. Cumple con tus deberes fielmente y bien. Paso a paso avanzarás, pero no necesariamente en ráfagas rápidas. Pero así construyes disciplina preparándote para las ráfagas rápidas. Aguanta una pulgada a la vez, día a día, y al final del día —si vives lo suficiente—, como la mayoría de las personas, obtendrás de la vida lo que mereces.

La vida y sus diversos pasajes pueden ser duros, brutalmente duros. Las tres cosas que he encontrado útiles para sobrellevar sus desafíos son:

- Tener bajas expectativas.

- Tener sentido del humor.

- Rodearte del amor de amigos y familiares.

Por encima de todo, vive con el cambio y adáptate a él.

Añado además dos reflexiones financieras clave de Munger con aplicación directa en la vida cotidiana:

“Hay enormes ventajas para un individuo en colocarse en una posición en la que haces unas cuantas grandes inversiones y simplemente te sientas. Pagas menos a los corredores. Estás escuchando menos tonterías”.

“Comprender tanto el poder de la rentabilidad compuesta como la dificultad para obtenerla es el corazón y el alma de la comprensión de muchas cosas”.

Lo de Biden

Acabo de visionar de nuevo el primer debate presidencial entre Guatemalo y Guatepeor, quiero decir, entre Trump y Biden, un espectáculo bochornoso que desmerece todo lo que una gran democracia como la norteamericana debería ofrecer a sus ciudadanos. El debate ha sido un desastre sin paliativos para Biden; no hay crónica periodística (lean la de Pablo Suanzes) que no destaque la actitud laxa y balbuceante del candidato demócrata, disperso e incapaz de rebatir la interminable sarta de mentiras, morcillas sentenciosas y sandeces varias pronunciadas por un Trump mucho más enérgico, entero y mordaz. De hecho, Donaldo apenas tuvo que esforzarse: el presidente vino noqueado de casa.

Ahora todos hablan del pánico del Partido Demócrata ante la debilidad manifiesta de su candidato. Ahora todo es zozobra, cuando ya desde hace meses resultaba evidente el declive físico y cognitivo de un hombre que, antes que nada, merece descanso, respeto y un retiro digno, algo a lo que parece haberse negado, ya sea por voluntad propia o interpuesta. Y es precisamente en este punto donde quiero detenerme.

No es la primera vez que vemos un líder desvariar por diversos motivos (autoritarismo, incompetencia, declive físico o cognitivo…) sin que toda su corte de acompañantes reconduzca la situación. Es más, suele ocurrir lo opuesto: esa corte lo aleja cada vez más de la cruda realidad, protegiéndolo de toda crítica o posibilidad de autorreconocimiento, realimentando así su desatino.

Este fenómeno, lejos de ser una rareza, parece casi un componente estructural de muchos sistemas de poder. La dinámica de la adulación y la servidumbre voluntaria se instala de tal manera que cualquier voz disidente es rápidamente silenciada, no sólo por el líder mismo, sino por quienes lo rodean y se benefician de su permanencia en el poder. En estas circunstancias, la distorsión de la realidad y la creación de narrativas alternativas permiten mantener una ilusión de control y competencia, aun cuando los hechos demuestran lo contrario, como está ocurriendo con Biden. Incluso después de la debacle del jueves, el núcleo duro del corifeo presidencial sigue negando la mayor. Obama incluido.

Este síndrome de torre de cristal es una aflicción tan antigua como las mismas civilizaciones. Perdido en un intrincado laberinto de espejos, el líder, atrapado en su propia imagen, pierde el contacto con la realidad y queda confinado en un palacio de ilusiones. Es un mal que no discrimina; ha afectado por igual a emperadores y presidentes, a directivos y a líderes sociales o religiosos. Las consecuencias son devastadoras. La falta de autocrítica y la incapacidad para reconocer errores impiden cualquier tipo de mejora o corrección de rumbo. Los fallos se acumulan y se perpetúan, llevando a sociedades o organizaciones enteras hacia crisis perfectamente evitables.

La responsabilidad, por supuesto, no sólo recae en el líder. Los consejeros y acólitos se convierten en cómplices necesarios del desvarío, por miedo, conveniencia o ignorancia; su supervivencia depende de la perpetuación de la burbuja. La verdad, sin embargo, es obstinada. Aunque se intente ocultar, distorsionar o negar, siempre encuentra una grieta por donde filtrarse. Pero para el líder, esa verdad es un espectro lejano, una sombra que merodea en los márgenes de su conciencia, incapaz de penetrar la coraza de complacencia y autoengaño que se ha construido a su alrededor.

Desgraciadamente, muy pocos tienen un Gandalf para romper ese hechizo maligno y hacerles regresar a la cordura.

 

Ante el vértigo, conocimiento

La reacción de las sociedades ante las coyunturas complejas e inciertas surge siempre del miedo y de la ansiedad ante lo incomprensible.

Ante este vértigo paralizante, debemos rebeldes del conocimiento. Sobre ello trata mi nueva reflexión en Sintetia.

Leer artículo completo: Rebeldes del Conocimiento

Norman Granz: el empresario que encumbró al jazz

El personaje que les presento en mi nuevo artículo de Sintetia fue un hombre blanco, de izquierdas, un defensor de los derechos civiles de los afroamericanos y un negociante de extraordinaria visión que no solo revolucionó la música de jazz, sino que fue un pionero de la industria musical moderna.

Persiguiendo esa apasionante aventura, se hizo además multimillonario, pero a la vez contribuyó a que los músicos que le acompañaron se ganaran la vida dignamente, se hicieran famosos y fueran tratados como nunca se había tratado a un artista de jazz.

Señoras y señores, con ustedes, Norman Granz

Feliz Navidad

"Haré honor a la Navidad en mi corazón y procuraré mantener su espíritu a lo largo de todo el año. Viviré en el Pasado, el Presente y el Futuro; los espíritus de los tres me darán fuerza interior y no olvidaré sus enseñanzas."

- Charles Dickens

Feliz Navidad y un 2022 más próspero y menos torcido que este año que terminamos.

Prietas las filas

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Cañones a su derecha,
cañones a su izquierda,
cañones detrás de sí
descargaron y tronaron.
Azotados por balas y metralla,
mientras caballo y héroe caían,
los que tan bien habían luchado
entre las fauces de la Muerte
volvieron de la boca del Infierno.
Todo lo que de ellos quedó,
lo que quedó de los seiscientos.

Hemos pasado del estado de alarma a la resistencia, la unidad patriótica, la moral de victoria y, finalmente, al toque de queda. Lo siguiente será ocupar sus puestos para el combate, calar bayonetas y formación cerrada para doblegar al enemigo. El enemigo son el virus, voraz y despiadado, que no conoce de soflamas ni relajos, y todos aquellos indisciplinados que osan desertar de unas trincheras cuidadosamente diseñadas por un estado mayor que se ve sobrepasado e incapaz de ganar la batalla.

Este uso y abuso del lenguaje castrense no es baladí; señala la urgente necesidad de enfatizar verbalmente un fenómeno que ha superado por aplastamiento nuestra normalidad civil, como pretexto para la asunción extraordinaria y duradera de una anormalidad que, en circunstancias ordinarias, nos haría clamar al cielo, pero que ahora se nos antoja como la última seguridad posible. Lo que no pueden la competencia, la eficacia, la responsabilidad (individual, social, política) y el convencimiento, se pretende alcanzar de nuevo mediante la alarma perpetua, el código disciplinario del BOE, la arenga y el toque de corneta de a casa mis valientes.

Pero no nos engañemos: lo que no consigan un planeamiento ordenado, un esfuerzo coordinado y generoso de país, una información puntera y detallada, una gestión de riesgos prudente, una administración de recursos eficiente y una arquitectura institucional robusta no podrán solventarlo, como no lo solventaron anteriormente, un Real Decreto tras otro, unas llamativas campañas de comunicación o una sucesión de lemas y de aplausos al son del Himno de la Alegría.

Tampoco ayudarán muchos ciudadanos limitados en su devenir, culpabilizados, desorientados, asustados y saturados de órdenes y contraórdenes que, a estas alturas y en las actuales condiciones, están por repetir lo que el Coronel Dax respondió al General Mireau en Senderos de Gloria:

“Si pudiera elegir entre ratones y Mauser, creo que me quedaría con los ratones siempre.”

¿Compro mi vehículo o hago un renting?

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Hasta ahora, la compra de un coche era la forma preferida de los consumidores para resolver sus necesidades personales de movilidad. Las demás opciones, leasing o renting, recalaban en la práctica habitual en el ámbito de las empresas. Hoy en día, conviene no dejar ningún cabo suelto a la hora de realizar un gasto familiar importante. El coche es uno de ellos y, antes decidirse por la compra conviene echar números y estudiar las ventajas del renting, incluso para particulares.

Este es precisamente el tema de mi nueva entrada sobre finanzas personales en Domestica Tu Economía.

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La importancia de tener al día nuestros documentos financieros y últimas voluntades

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Hace ya unos años publiqué un artículo en Domestica tu Economía sobre la necesidad de tener ordenados, controlados y al día nuestros papeles y documentos financieros. Reflexionaba entonces sobre lo poco preparados que solemos estar (de hecho, no lo estamos nunca) para la terrible situación de perder inesperadamente un familiar, afrontar una penosa enfermedad o hacer frente a un accidente o fatalidad, algo que pone literalmente patas arriba nuestra realidad personal y, muy a menudo, también la financiera.

Aquella entrada de 2014 viene a cuento por el inesperado fallecimiento de Luciano, mi padre, el pasado mes de noviembre. Sí, Luciano, el protagonista de mi anterior entrada sobre presupuestos familiares, “Las finanzas personales en los recuerdos del abuelo”, gracias a quien pude hacer un recorrido por las finanzas personales de este país durante la posguerra y los años del desarrollo. Esos recuerdos, publicados muy poco antes de su muerte, quedan ahora registrados como el hermoso legado de un hombre cabal, a quien nadie le regaló nada en la vida y que vivió hasta el último momento con dignidad y salud para contarlo.

Luciano se nos fue en un suspiro, pero incluso después de fallecido nos dio una generosa lección sobre cómo dejar sus asuntos en perfecto estado de revista.

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