Los recientes escándalos de corrupción internacional ponen luz sobre un fenómeno cuya solución no puede alcanzarse únicamente en clave nacional a la vez que alertan sobre la necesidad de mantenerse vigilantes. El mundo globalizado, líquido y dominado por flujos, se ha hecho pequeño y la vida local se ha entrelazado con estructuras, procesos y eventos globales. Ahora bien, la globalización también internacionaliza cosas tan indeseables como la corrupción.
Este fenómeno, complejo y diverso, debilita al Estado y hasta puede propiciar su colapso. Los procesos en cuestión tienen lugar principalmente en entornos regionales, por lo que obligan a soluciones del mismo signo, que además deben ser integrales. Estas pasan por el reforzamiento de los Estados – y con ello de sus instituciones - desde sus propias referencias culturales, así como también por una mayor información y transparencia.
Se ha publicado en el Instituto Español de Estudios Estratégicos un trabajo en el que he participado como coautor junto con mi apreciado compañero Federico Aznar Fernández-Montesinos . Es un Documento de Análisis largo y denso, pero que tal vez les pueda interesar.
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