Hace tiempo publiqué una entrada dedicada a la incapacidad de las diferentes teorías económicas para resolver los problemas actuales. Escribía entonces que es necesario desechar viejas fórmulas y pensar diferente. Las teorías económicas "que funcionaban", tal y como las conocemos, han muerto. El período económico que conocemos viene a ser como la era de los dinosaurios: falta saber si la extinción será lenta o llegará por un cataclismo.
Quizás deberíamos aparcar por un momento las pretensiones macroeconómicas y bajar al terreno de soluciones menos ambiciosas pero factibles en el ámbito educativo, laboral, empresarial y normativo. Buscar pequeños efectos que actúen como catalizadores positivos y generen experiencias a imitar. Las acciones modestas pero persistentes dan resultados en el corto plazo y promueven nuevas acciones. Son, además, relativamente sencillas de ajustar y corregir.
En este sentido, una aproximación del tipo ensayo y error puede ser mucho más efectiva que las grandilocuencias a las que nos tienen acostumbrados los políticos de turno. No en vano es la manera en que la raza humana ha ido evolucionando durante siglos. Como dijo Ralph Nader , "tu mejor maestro es tu último error". A este respecto, les recomiendo encarecidamente escuchar este breve y magnífica charla sobre la cuestión que les acabo de plantear: "Ensayo, error y el complejo de Dios" Ah, y por favor: no se rindan, nunca.