La buena mala fortuna

La soberbia y la pereza (moral, intelectual y cívica) tienen mucho que ver con una clase de individuo que me cuesta soportar, en el trabajo y en la esfera privada: el típico quejicoso que a la menor ocasión se lamenta por su mala fortuna. Para este personaje, cualquier eventualidad es digna de su plañido y siempre resulta ser el más perjudicado. Protesta tanto por su desventura como por la buena suerte del vecino. Amargado e insatisfecho crónico, puede envenenar cualquier grupo con su incansable derrotismo.

Cierto es que siempre tendemos a sobrestimar nuestras pérdidas o carencias, incluso si son ridículas, pero convertir ese comportamiento natural en un hábito malsano sólo nos puede llevar a la desdicha. Por otra parte, es un defecto fácil de subsanar: sólo tenemos que cambiar de perspectiva.

Ya lo dijo Ortega y lo formuló científicamente Einstein: todo es relativo. Y haremos bien en recordarlo cuando caigamos en la tentación del lamento fácil. Bastará con mirar a nuestro alrededor (y más allá: echemos un vistazo al planeta) para comprobar que hay personas que están mucho peor que nosotros, en muchos sentidos. No se trata de ser acomodaticios, sino equilibrados en nuestro juicio.

Demostrar empatía, arrimar el hombro y respirar el dolor ajeno no nos hará más felices ni más ricos, pero nos ayudará a valorar las dificultades en su justa medida. Sólo entonces podremos comprender que, en un mundo superpoblado de sufrimiento y pérdidas, tenemos infinidad de motivos para vivir de manera positiva sin amargarnos la existencia ni estropeársela a los demás.

La pizarra de Bart: pensando en Teresa

Es infinitamente mas contagiosa la necedad que el Ébola. Y a veces tan dañina como el virus. Lo que está ocurriendo ahora mismo en España en relación con este tema ha puesto de nuevo en evidencia, más que nunca, nuestras miserias y nuestras carencias. Entre estas últimas, destaca la absoluta falta de empatía de algunos gestores de la crisis ante el drama humano que se está desatando, empatía cuyo lema de oro hoy hacemos copiar a Bart en su pizarra:

Para Teresa, todo mi ánimo. Respeto absoluto por ella. Se ruega, por lo menos, un exquisito comedimiento.

Los miserables, los pobres de espíritu, que callen para siempre. 

El momento de asumir las responsabilidades por tus acciones u omisiones siempre es AHORA, salvo en política.
— Un ciudadano indignado
Viñeta publicada en El Mundo

Viñeta publicada en El Mundo


Postdata: acabo de leer este maravilloso texto de Manuel Jabois, que coincide plenamente con el espíritu de este post, pero mucho mejor escrito, claro está...

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