Una coyuntura global tremendamente complicada.
Desgraciadamente, se confirman las tendencias globales que apuntaba en mi artículo del mes de marzo en Sintetia : “Crisis, What Crisis?”:
Los efectos de la invasión rusia de Ucrania tienen impacto mundial, especialmente en los más vulnerables.
La política energética ha virado hacia la seguridad del suministro y la diversificación de las fuentes, y es un camino de no retorno.
Del mismo modo, la seguridad alimentaria se ha convertido en otra prioridad estratégica.
Se intensifica la carrera por las materias primas estratégicas, tierras raras, materiales críticos y productos básicos. Una carrera que no será amistosa y que augura inestabilidad en los países productores política e institucionalmente más débiles.
Veremos cambios muy importantes en la gestión de las cadenas de suministro.
Los estándares tecnológicos mundiales tienen más posibilidades de diverger. La competencia gana terreno a la cooperación, a ritmo acelerado.
Los efectos en el sistema financiero son todavía imprevisibles: la volatilidad es la nueva normalidad.
El gasto en defensa aumenta y lo seguirá haciendo en los próximos años.
El ciberespacio es un escenario creciente de conflicto. Y el entorno espacial empieza a serlo también.
La incertidumbre sigue siendo máxima; cualquier escenario es posible.
En estos momentos, no soy nada optimista: vamos a peor.