Pero eso es fuera. Dentro de los hogares, permanecen los resistentes como soldados de trinchera. Les han dicho que son héroes, que su esfuerzo de contención resulta vital para derrotar al enemigo invisible que ha minado el territorio de su devenir cotidiano. Cada día se asoman al horizonte de sus ventanas o balcones para aplaudir a sus valientes. Cantan, lloran, ríen, se animan, hacen chanzas, se cuentan la vida de ayer y se reconocen en la angustia de hoy y de mañana. Luego regresan al refugio para escuchar los partes de campaña en televisiones, radios, redes. Planean y repiten rutinas, recorren pasillos, cocinan, duermen, hacen los deberes, llaman y son llamados, chatean, teletrabajan, escriben, colorean, cocinan y vuelven a cocinar, se pelean, se odian, se reconcilian, se aman, se animan y se desesperan.
Padecen por sus ausentes y enfermos, lloran de agradecimiento por los curados y se rompen en pedazos de dolor e impotencia por no poder despedir a sus muertos. Reciben catararas de cifras crudas sobre fallecidos, ingresados, recuperados. Cuentan las horas, los amaneceres, los ocasos y luego pierden la cuenta y dibujan en calendarios inciertos sus luces al final del túnel. Les explican que esto va ser cosa de unas jornadas, o a lo mejor varias semanas, tal vez un mes, quién sabe. Han aprendido que lo que hoy no es recomendable mañana puede resultar obligatorio, que lo impensable de ayer puede materializarse la semana que viene, que todo es una sopa de incertidumbres movedizas, y que verdades y mentiras son parte indistinguible de una materia amorfa que acogota sus sueños. Que las empresas que cierran y los trabajos que han perdido es posible que regresen, o que nunca lo hagan, cuando esto acabe. Se enfadan, echan la culpa o disculpan a unos y a otros por su acción o inacción. Se lamentan de las palabras dichas o no dichas, de los amigos no recuperados, de las demoras perezosas en el camino de sus sueños. Trazan planes sobre futuros inciertos y se aferran a ellos como un soldado a su viejo fusil, con la última bala de esperanza en la recámara.