Esa gráfica nos cuenta que hay varios sectores de nuestra economía (en especial el sector servicios y, de manera mucho más cruda, el turismo y la hostelería) que no han recuperado los niveles pre-pandemia y a los que todavía les queda un largo y doloroso camino por delante.
La gráfica esconde asimismo un concepto matemático muy básico pero que mucha gente desconoce o ha olvidado, y que está relacionado con las pérdidas y recuperaciones. Yo siempre lo ilustro con un ejemplo sencillo de comprender: una pérdida del 20% en mis 100 euros me deja con 80 euros en el bolsillo. Una subida del 15% sobre mis restantes 80 euros, me deja con 92 euros. He perdido al final 8 euros, un 8%. Si esa subida hubiera sido del 20%, la caída final aún sería del 4%. Este es un concepto importante en economía, y mucho más en finanzas: si pierdo un X% y luego recupero ese mismo X%, al final me quedo con menos dinero que el que tenía.
En definitiva, los llamativos titulares publicados ese día acerca de esa rutilante “subida histórica y salida de la recesión” no aportaban un conocimiento útil sobre la realidad de un dato muy positivo, dato que sin embargo no nos sacaba de la crisis y que, además, resultaba muy probablemente efímero, puesto que, a fecha de su publicación, ya estábamos siendo sometidos a confinamientos cada vez más intensos ante los rebrotes del COVID-19. Todo ello, sin contar con que todavía tenemos la economía conectada a las máquinas de respiración asistida. Y que no disponemos de recursos para mantenerla permanentemente enchufada sin hacer más destrozos a las ya muy maltrechas cuentas públicas.
La sabiduría
Lo que les cuento en este artículo un ejemplo puntual, apenas una anécdota, pero que a base de repetirse se está convirtiendo en un proceder cada vez más habitual.
A estas alturas, creo que podrán coincidir ustedes conmigo que sin una información económica (y de otro tipo) que presente y trate datos veraces de manera honesta, responsable y comprensible, muy pobre será el conocimiento que los ciudadanos puedan adquirir de la realidad, tan necesario para el debate público y la adquisición de un mínimo sentido crítico. Y sin conocimiento no hay saber de las cosas que valga, esto es, no hay manera de utilizar la información para mejorar el valor de nuestras acciones o decisiones, lo que constituye el quid de la sabiduría.
Quizás sea precisamente éste el objetivo de algunos; hurtarnos de esta posibilidad de conocimiento para convertirnos en seres desinformados, acríticos, dóciles y manipulables. Carne de cañón para populismos y totalitarismos.