Economía: de Teoría en Teoría y Juego a Ver si me Toca la Lotería

Samuel Brittan es uno de mis columnistas preferidos del Financial Times. Sus artículos, con los que se puede o no estar de acuerdo, son siempre interesantes e instructivos, y están magníficamente construidos y escritos. Para quienes no le conocen, recomiendo la lectura de "Against The Flow: Reflections of an Individualist", compendio de reflexiones de un muy ilustrado escéptico racional.

Hoy he recuperado un antiguo artículo suyo que sigue siendo tan actual como cuando se escribió, allá en 2012, " Why the world economy is still spluttering away ", en el que el autor efectuaba una revisión de las diversas aproximaciones teóricas esgrimidas como solución para la crisis. Aproximaciones que los políticos han ido haciendo suyas, pero a su manera, con desasosegantes resultados. Como afiladamente escribió Jesús Fernández-Villaverde en Nada es Gratis :

"Los políticos son peores de lo que nos imaginamos incluso una vez hemos tenido en cuenta que los políticos son peores de lo que nos imaginamos".

Les propongo un ejercicio: seguir el mismo razonamiento que Brittan hizo entonces. A ver dónde nos lleva...

Teorizando

El autor detectaba entonces la renovada vigencia de aquella "ley psicológica" formulada por Keynes (sí, de nuevo él) según la cual los cambios en la tasa de consumo siguen, en general, la misma dirección (aunque a menor ritmo) que los cambios en la tasa de ingresos (renta). Ello genera un gap entre la producción potencial y la real . La respuesta fácil a este hecho en estos últimos años ha sido atribuir tal diferencia a China, donde una enorme proporción de sus ingresos nacionales se ha dedicado mayoritariamente al ahorro en lugar de canalizarse hacia su economía doméstica.

Cabe reseñar, no obstante, que China sólo es una más entre un amplio abanico de naciones "altamente ahorradoras". ¿Cómo puede el mundo resolver este desequilibrio sustancial? Algunos afirman que generando oportunidades de inversión suficientes para absorber ese exceso de ahorro . Muy bonito en el papel, pero tales oportunidades no surgen de la nada.

Los economistas "clásicos"dirían, por otra parte, que lo mejor es seguir una política de bajísimos tipos de interés, lo que estimula la inversión y disuade el ahorro . Una política que, como estamos comprobando en nuestras propias carnes, no tienen los fantásticos resultados esperados. Tanto entidades financieras como inversores institucionales y particulares se lanzaron a la caza de rendimientos a todo trance, mediante una cadena de endeudamiento global que nos estalló y nos volverá a estallar en la cara de no ponerle remedio.

Creatividad ante todo

La tercera vía que se ha intentado es la de combinar bajos tipos de interés con la acción directa de los bancos centrales . A tales iniciativas se las ha denominado con apelativos tan sugestivos como "quantitative easing (QE)", un término ya habitual por uso y abuso. No pocos analistas aciertan al sugerir que tales políticas acaban siendo instrumentos de financiación para los gobiernos y nos conducen a sendas peligrosas, aunque en su momento contribuyeran a paliar los efectos del crack de 2007. En algunos casos, tales iniciativas han resultado mejor que nada.

Una aproximación alternativa argumenta que cuando el sector privado está gastando tan poco es la oportunidad de aplicar "estímulos fiscales": más gasto público y recortes provisionales en los impuestos . Si bien pueden obtenerse resultados a corto, la combinación de ambos mecanimos constituye una potencial arma de destrucción económica masiva en el largo plazo.

Una ocurrente respuesta intervencionista consiste en actuar contra los países excesivamente "ahorradores", mediante sanciones impuestas por los organismos financieros internacionales . Se trata de una opción increíble visto el panorama mundial. Si no somos capaces, por ejemplo, de aprobar una sencilla declaración condenatoria contra muchos régimen brutales y/o autoritarios ni de apretarle las tuercas a Rusia por la vía diplomática, ya me dirán lo que costaría concertar unas líneas estratégicas globales para la economía.

Otra opción, que he escuchado en boca de varios locuaces ideólogos, tanto a la derecha como a la izquierda del espectro político, es regresar al proteccionismo . En inglés existe una expresión, que también utiliza Samuel Brittan: " beggar my neighbour (empobrece a mi vecino)", esto es, la elevación de aranceles y otras medidas para restringir las importaciones y mejorar así el saldo comercial. Una escalada internacional en este sentido reduce el comercio internacional, contrae el crecimiento económico y ningún país sale beneficiado. No sólo el vecino se empobrece sino nosotros también. Tampoco es el camino, me temo.

Más ideas a coleto: algunos sugieren compartir el trabajo disponible mediante la reducción obligatoria de la jornada de trabajo, jubilaciones anticipadas o medidas similares . Efecto real en la economía: reducción del poder adquisitivo y ninguna mejora del estancamiento. Más fiascos.

Otro buen número de economistas pretenden afrontar el problema atacando la desigualdad, de tal manera que las clases medias y humildes puedan tener más poder de consumo . Pero ¿cómo? ¿facilitándoles mayor acceso al crédito? ¿con mayor endeudamiento? ¿redistribuyendo artificialmente la renta con subsidios y subidas salariales desacordes con la productividad? En la práctica, ello acaba conduciendo a una contracción tanto de la inversión como del propio consumo. A las pruebas empíricas me remito.

También están los que contemplan una coyuntura recesiva como la vivida como un mecanismo de depuración y de reequilibrio , que fomenta la necesaria austeridad, sin advertir que en tales condiciones declina nuestro potencial productivo, la investigación, la innovación y la educación, auténticas claves para salir de este atolladero.

Por supuesto,les evitaré perder el tiempo hablando de los habituales unicornios populistas. Lo único que pretenden es regresar a modelos socieconómicos repetidamente fallidos, aunque los traigan disfrazados de modernidad y de servicio a "la gente". Ya conocen el refrán: aunque la mona se vista de seda...

Una gris prospectiva

¿Qué vamos a encontrarnos en el futuro inmediato? Pues según el señor Brittan (y coincido con él, porque ya lo estamos sufriendo en nuestras vidas), se dará una mezcla perversa de todas las políticas descritas, una especie de macedonia económica irracional y desequilibrada compuesta de frutos financieros dulces y amargos. Una orgía de intervencionismo demagógico y desacompasado con muy poco margen para la libertad económica, la sensatez financiera y la acción coordinada global. Menuda herencia para futuras generaciones.

Hay que borrar la vieja pizarra. Desechar fórmulas añejas, pensar diferente. Navegamos por aguas peligrosas, en medio de la niebla, sin faro que nos guíe y usando un mapa obsoleto que debemos esbozar de nuevo. No queda otra.

Las teorías económicas "que funcionaban", tal y como fueron formuladas y conocemos, agonizan. Qué viva la economía, pero por favor, ya va siendo hora de que sea otra.