La trampa de Tsipras
Anoche, tras un largo debate el Parlamento griego, el primer ministro Tsipras consiguió el respaldo de la cámara para celebrar el próximo día 5 de julio un referéndum para aceptar o rechazar las propuestas que todavía se estaban negociando entre el país, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Horas antes, como consecuencia del anuncio de consulta, el Eurogrupo había dado por finalizadas las negociaciones, poniendo a Grecia al borde del colapso. Un colapso que podría materializarse de manera inminente en caso de que el BCE no mantuviera el grifo de liquidez de emergencia a los bancos helenos (ELA), algo que por el momento no va a ocurrir. No obstante, estén muy atentos a los mercados este lunes...
Estos hechos son la culminación de meses de una negociación surrealista, muy acorde con la enorme carga ideológica y populista del gobierno salido de las últimas elecciones griegas, como bien describe Antonio Maqueda en Voz Populi. Declaraciones grandilocuentes de una cosa y su contraria, actuaciones sorpresa sin respaldo financiero, anuncios de avances inminentes seguidos de pasos atrás, acusaciones un día sí y otro también a mercados y acreedores, rechazo frontal y aceptación a regañadientes de la Troika, deficiencias estadísticas y presupuestación etérea, acercamiento a rusos y chinos,... todo ello salpicado de medidas incoherentes con un estado en situación de emergencia financiera: recontratación de funcionarios, reapertura de la televisión pública, subida de impuestos, creación de más subsidios, control de medios de comunicación, empresas y bancos, y liquidación de la reforma laboral. Nada, por cierto, que no estuviera en el programa con el que Syriza ganó las elecciones: una colección de promesas sin respaldo económico ni estructural, pero harto agradables al oído de una población muy castigada por la crisis. Siguiendo a Luis Garicano, cabe recordar que en estos pocos meses de irresponsabilidad, Grecia ha pasado de tener uno de los mayores crecimientos de la eurozona, con sus bancos incluso emitiendo deuda privada, a la inminente quiebra. Enhorabuena a los responsables.
Nada nuevo en el horizonte griego
Entenderán ustedes que, en estas condiciones, seguir apoyando con miles de millones de euros a un gobierno poco fiable, que insiste en la "reestructuración" (=impago) y que no no da garantía alguna de futuras devoluciones parece, cuando menos, insensato. Porque, además, no olvidemos que el despropósito económico griego viene de muy largo...
Si nos remontamos a los años 70, antes de la entrada de Grecia en la Unión Europea, comprobamos también que el despilfarro ha sido norma en los sucesivos gobiernos helenos. ¿Va a ser esta vez diferente, con unos responsables políticos que abogan por más gasto sin asegurarse mayores ingresos?
Aquí un gráfico más reciente, gentileza de @_perpe_:
Esos malévolos acreedores...
Viendo estos gráficos, ¿puede alguien con dos dedos de sensatez afirmar que el problema griego deriva de la "austeridad" impuesta por la Troika, el FMI, los malvados mercados y el sursuncorda? Sobre este supuesto austericidio ya debatimos largo y tendido en las redes sociales semanas atrás. Otro mito del discurso populista de Syriza. Procede asimismo recordar la serie de tuits que Miquel Roig (imprescindible seguirlo) realizó sobre dicho mito: "¡No fue la Troika, estúpido! "
En este sentido, no lo olvidemos, Europa también tiene su cuota relevante de responsabilidad. En una excelente reflexión sobre el tema, Jesús Cacho apunta:
Efectivamente: las pagamos y las pagaremos todos, como demuestra este cuadro de la exposición de España y resto de Europa al impago griego:
A las cifras anteriores, debemos incluir también nuestra cuota de participación en el FMI (1,7%), que viene a suponer unos 700 millones de euros de exposición adicional. Ese es el precio de nuestra solidaridad con Grecia, y da lo mismo que se trate de préstamos directos o de garantías, como explica de manera cristalina Juan Ramón Rallo:
¿Una estrategia premeditada?
A principios de año, apunté en mi timeline de Twitter que la estrategia de Syriza era la de conseguir un default controlado, trastocando a su favor las reglas internacionales de negociación de la deuda soberana. Se trataría de tensar la cuerda lo máximo posible para presentar a sus acreedores como los malos de la película, entes hostiles a la dignidad nacional griega y responsables de la penuria que seguiría al impago.
Tomar las riendas completas del poder y ejecutar la política que Tsipras y los suyos persiguen desde el minuto cero de su mandato implica crear, como en todo populismo, un enemigo externo al que cargar las culpas. Hecho el trabajo de desgaste durante semanas, con la consulta del próximo domingo se pretende dar la puntilla y apuntalar el pretexto, presionando a los griegos y a las instituciones europeas más allá de lo razonable. De hecho, Syriza ha tardado apenas dos telediarios en convocar una gran manifestación contra la austeridad para este lunes y, por supuesto, pidiendo el NO para el referéndum.
La trampa, en fin, está ya tendida. Como escribía hoy Alberto Artero, alias McCoy, "entre susto o muerte, Grecia ha decidido morir":
En este sentido, el desarrollo de los acontecimientos sigue punto por punto el caso argentino durante la crisis del los "holdouts". Al acceder al gobierno, Tsipras pronunció un discurso muy similar al de Néstor Kirchner en 2005: "Pagaremos todo lo que debemos al FMI y BCE. Y llegaremos a un acuerdo con la UE". Sabemos bien lo que pasó entonces en Argentina y puede pasar ahora en Grecia: impago, corralito, devaluación y todo lo demás. Hablamos de una posible salida del euro por la vía del tocomocho al resto de ciudadanos europeos.
¿Y ahora qué?
Si recuerdan mis escenarios sobre Grecia del pasado mes de frebrero, siempre he mantenido la opción de la ruptura de negociaciones, default y salida del euro como posibilidad cierta, con una probabilidad que oscilaba del 35% (escenario favorable) al 50% (desfavorable), lo que me granjeó no pocas críticas por cenizo y desconfiado. Visto lo visto, creo que tales escenarios no iban desencaminados y que nos aproximamos al cariz más negativo a marchas forzadas.
Lo que traería ese default con salida del euro tiene dos posibles ejemplos recientes: el malo o el peor. Argentina o Venezuela, ambos sobradamente conocidos. En el primer caso, no sería descabellado, tras la imposición del control de capitales, contemplar una "dracmatización" de los depósitos de los ciudadanos griegos, como ya ocurrió en país andino con la "pesificación". Esos ciudadanos serían, con toda probabilidad, los más desfavorecidos, aquellos que no pudieron poner sus euros a buen recaudo fuera del país. En ese escenario, se plantearía la creación de una cuasi moneda de emergencia como los famosos "patacones", único recurso financiero para los pobres a quienes Syriza dice proteger. Pobres que, por otra parte, acabarían multiplicándose.
Tsipras trata ahora de tranquilizar a funcionarios y pensionistas, garantizando el pago de sus nóminas, pero en una situación como la descrita no las podrían sacar del banco, o sólo podrían hacerlo en cantidades muy limitadas. Literalmente, no habría dinero para todos. De ahí a nacionalizar los fondos de pensiones privados para hacer frente a los gastos del país hay un paso.Y no es economía ficción.
De un supuesto devenir venezolano para Grecia, mejor ni hablamos. ¿Sería factible algo así en nuestras latitudes? Es poco probable, pero cosas veredes en este viejo continente...
Las implicaciones geopolíticas y geoconómicas para Europa de la salida griega el euro resultan, todavía, muy inciertas, y dependerán de los pasos que adopte una Unión Europea morosa, indecisa y fiscalmente limitada. Pese a las grandes turbulencias que sin duda produciría el default heleno, permitir un Grexit controlado mientras que a su vez se avanza decididamente hacia la integración fiscal, podría acabar reforzando la Eurozona. El mensaje al resto de países sería cristalino: no hay otro camino que el de la responsabilidad presupuestaria. Solidaridad, toda la que haga falta (¿cuánto se ha gastado Europa en sostener a Grecia, señor Varoufakis?); regalos a fondo perdido, ninguno. Es el momento de las decisiones. Nos jugamos mucho, todos, no solo los griegos.
En cuanto a Grecia, todavía no es tarde para rectificar. Pese a la brutal campaña anti-acuerdo que se desplegará en estos días (con el entusiasta apoyo patrio de Podemos y afines), puede que los ciudadanos griegos, colocados irresponsablemente por sus dirigentes entre la espada y la pared, decidan no comprar el Unicornio que Syriza y sus socios les presentan y asumir, de una vez por todas, que el país debe cambiar y reconvertirse en una nación europea del siglo XXI, cueste lo que cueste, mano a mano, con sus vecinos europeos. El golpe para Syriza de un resultado así sería aleccionador para los populismos europeos emergentes.
Alea jacta est.