Tipos de interés: Bienvenidos a la Zona Negativa

Publicada la segunda parte de mi serie de artículos en Sintetia dedicada a los Bancos Centrales. Esta vez abordamos el mundo alternativo de negatividades en la que los estados y sus bancos centrales nos han metido tras la última gran crisis financiera, mundo que esbozábamos en nuestro primer artículo de esta trilogía.

Leer: El muy disputado caso de los Bancos Centrales (II): Bienvenidos a la Zona Negativa

La trampa

Reniego de la muerte sin sentido,
del sordo cataclismo de odio negro,
de tanto cuerpo roto y sueño yerto,
de pánicos, sirenas y de ruido.

Reniego del terror encallecido,
de la sangre que tiñe suelo y cielo,
del atroz fanatismo sin remedio
que engendra al ignorante y asesino.

Un clamor de existencias amputadas
reclama la justicia del infierno
a todos los que hoy sobrevivimos.

Una sopa de rabia envenenada
que busca la venganza sin consuelo:
es la trampa mortal del enemigo.

Tout le courage, l'âme et la force, mes frères en France

“Cuando haces pop, ya no hay stop”. El muy disputado caso de los Bancos Centrales (primera parte)

Hoy se publica en Sintetia mi primer artículo de una trilogía dedicada al papel de los bancos centrales en la economía actual, muy destacado a la par que inquietante.

El muy disputado caso de los Bancos Centrales (I): Estado de situación

Post de Economía Parda: Tratamiento de Choque para Yonquis de la Deuda

La historia económica de la últimas décadas en nuestro país, y de bastantes otros, se asemeja a la de del nuevo rico al que un día le comenzaron a llover millones, iniciando una senda de despilfarro sin bases sólidas de futuro.

Se compró una, dos, tres casas, con muchos garajes, piscinas, pistas de tenis, solariums... Adquirió vehículos, aviones privados, contrajo carísimos compromisos, se cargó de obligaciones financieras con objeto de mantener un ritmo de vida muy superior a lo que estaba acostumbrado. Vestía caro, comía de lujo y desperdiciaba la comida. Gastaba a espuertas en llamativos caprichos. Era pródigo en dádivas con familiares, aduladores y correveidiles varios, deslumbrados por su estilo de vida.

Pero aquella fortuna se esfumó tan rápido como vino. El dinero dejó de fluir, casi de golpe. No así los gastos. Incapaz de acomodarse a las nuevas estrecheces, el nuevo rico quiso conservar su oropel a toda costa, manteniendo mansiones, abalorios y caprichos. La austeridad no era lo suyo. Así que empezó a tirar progresivamente de tarjetas oro y endeudamientos platino, cambalacheando los favores que antes había otorgado. La espiral creciente de gasto y deuda duró lo que duraron los saldos crediticios y los falsos amigos; apenas un suspiro en el tiempo de una larga ruina. ¿Quiebra? ¿Impago? ¿Fin de la historia?

No necesariamente.

Ante una situación así, no caben medias tintas. El remedio ante una deuda rampante, casi ingobernable, es análogo para particulares y países: requiere detenerse y reiniciar, lo que a su vez conlleva movimientos telúricos, pactos sísmicos con el destino, tsunamis de valentía y decisión. En algún momento (nunca es tarde) hay que marcar una línea roja y decir: "de aquí no podemos pasar". Los ciudadanos, gobernantes e instituciones debemos anclar los pies en el suelo de la cruda realidad y responsabilizarnos sin excusas de nuestro futuro. Seguro que duele, porque NOS TIENE QUE DOLER, pero a todos, sin distinción. A algunos más que a otros. Sobre catarsis de este tipo se construyen los futuros. El gesto debe tener una significación abrumadora y, por lo tanto, requiere la simplicidad de los grandes momentos.

Pongamos, por ejemplo, que se decide detener la emisión de nueva deuda (no me refiero a dejar de pagar los compromisos adquiridos). De un día para otro. En crudo, sin anestesia. Para un particular, sería como coger unas tijeras y trocear las tarjetas de crédito. Se trataría de adaptarnos a esta circunstancia extraordinaria con todas sus consecuencias, iniciando una guerra cívica, ética y económica contra la insostenibilidad.

¿Por qué no redactar una especie de Declaración de Independencia de la Deuda? ¿Por qué no asumir cada uno nuestra cuota de esfuerzo, marcarnos objetivos (cuantificables e irrenunciables) y hacernos responsables de ellos, con nuestro patrimonio, nuestro cargo o nuestro prestigio? Priorizando esfuerzos, pero juntos. Les aseguro que las generaciones venideras recitarían dicha declaración como honra a sus padres refundadores.

Con la voluntad dispuesta, el proceso a seguir tiene pocos secretos. Se empieza elaborando una lista clara y comprensible de los elementos del sistema a los que debemos renunciar porque generan un endeudamiento innecesario. No nos compliquemos la vida: nombre, importe y carga financiera. Después, para cada elemento de deuda identificado, además de conocer los recursos liberados con su desaparición, valoremos los efectos y el impacto de cada liberación. Utilicemos una escala simple. Reordenemos la lista conforme a esta escala. A continuación, ajustemos esa lista reordenada atendiendo a la relación entre la dificultad de cada medida supresora de deuda y su entidad económica. Revisemos de nuevo. Movamos elementos, confrontemos estrategias, discutamos, acordemos y tracemos la ruta final.

A partir de ese momento, empecemos a cumplir, uno tras otro, con los hitos marcados. Hagamos camino al andar, creemos la necesaria inercia positiva para afrontar los obstáculos más complicados sin desfallecer. Persigamos hasta el último céntimo, seamos austeros y frugales en lo que realmente corresponde serlo, persistamos juntos y comprobaremos como, poco a poco, la carga se aligera, las inversiones regresan y los ingresos empiezan a crecer sin acogotar más al ciudadano.

Sé que este plan les parecerá burdo, ingenuo y simplón. En efecto: tal y como advierto en el título del post, se trata de economía parda, aquella que surge desde la reflexión a pie de vida, no desde la teoría política o financiera. Como decía Jean de la Bruyere, hay situaciones en la vida en que la verdad y la sencillez forman la mejor pareja. Y recordando también a otro grande, Thomas Fuller, todo es muy difícil antes de ser sencillo.

Que el egoísmo, el ansia de perpetuación en el poder y el cargo, el miedo, la desavenencia, la ira o la pereza no puedan con nosotros. Volvamos a empezar. Yo me apunto a lo que un día propuso de Daniel Lacalle: no nos entreguemos al vasallaje de la deuda.

¿Utopía? Quién sabe, pero de vez en cuando es bueno desayunar con ella.

Save Outside The Box.

La libertad, según Alonso Quijano

Uno no puede más que maravillarse en cada párrafo del Quijote...

—La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos, que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!

Falacias lógicas y distorsiones cognitivas

A finales del año pasado publiqué una entrada en Sintetia dedicado a las falacias lógicas que abundan en el debate económico de las redes sociales (y más allá). Aunque el artículo dio mucho juego y propició interesantes intercambios de pareceres, quedó en cierta manera incompleto, puesto que a las falacias descritas debemos añadir la existencia (y persistencia) de numerosas distorsiones cognitivas que también emponzoñan el discurso razonable. Hoy efectuaremos un breve repaso a las más comunes.

1. La Lectura Mental

Solemos asumir lo que saben o creen nuestros interlocutores sobre un determinado tema sin tener apenas evidencia material de ello. Olvidamos que el primer requisito para un intercambio de ideas es escuchar e informarse.

2. El Oráculo del Infortunio

"El futuro económico será catastrófico", "todo irá indefectiblemente a peor", "con este gobierno/esta economía/esta sociedad/este... nos encaminamos al desastre". El Apocalipsis de todos los días, sin matices. No, señores. No todo es tan malo. Ni tan bueno.

3.  El Etiquetado Sistemático.

Tendemos a clasificarnos unívocamente y a etiquetar a los demás con una característica definitoria, que implica a menudo connotaciones negativas. El intercambio subsiguiente acaba siendo condicionado por esa etiqueta. Creamos así bandos, camarillas y fronteras excluyentes, muy aptos para la manipulación de masas.

4. El Filtrado Negativo.

Los debates económicos y de otra naturaleza suelen enfocarse casi siempre en los aspectos negativos del argumento del adversario y raras veces en las coincidencias o las ideas aprovechables. Ello impide avanzar en la construcción de mejores razonamientos o proposiciones. Tener la mente abierta a las facetas positivas de una propuesta que no nos gusta resulta difícil pero imprescindible.

5. La Generalización Universal.

Una de las distorsiones cognitivas más comunes consiste en asignar patrones o conclusiones generales partiendo de datos, comportamientos o hechos aislados, con lo cual simplificamos el discurso, cercenamos el detalle y acabamos estropeando la percepción sensata de la realidad.  

6. El Pensamiento Binario.

Hoy en día, analizar teorías, eventos o personas en términos de "todo o nada" ("malo y bueno", "liberal o comunista",  "verdad inquebrantable o falacia absoluta"...) resulta de lo más normal. Acompáñese de etiquetados y generalizaciones, y obtendremos la receta para liquidar cualquier intercambio de ideas desde el minuto cero

7. La Lapidación Mental.

Nada más sencillo que atribuir la responsabilidad de todos los males de una situación determinada a un ente externo a nosotros mismos, ya sea una persona, una institución, un hecho histórico, un fenómeno natural o una teoría económica/científica/filosófica. Huir como la peste de nuestra propia responsabilidad en la situación o no reconocer la posibilidad de nuestra incorrecta percepción sobre ella nos convierte en esclavos cognitivos.  

8. La Emoción Alienante.

A todos nos ha ocurrido, en numerosas ocasiones, dejarnos llevar por la emoción a la hora de interpretar la realidad o de analizar unos hechos. Tanto pesa el componente emocional, que podemos llegar a acomodar nuestras conclusiones o análisis a los sentimientos concretos del momento, porque somos incapaces de asumir que unos simples datos puedan contradecirlos. Del mismo modo, dejamos que las emociones (negativas) se apoderen de aquellas discusiones en las que vemos peligrar nuestras ideas preconcebidas. De este modo, nos empequeñecemos. Mucho.

Herramientas

¿Qué podemos hacer para no caer en tales distorsiones? En primer lugar, debemos ser conscientes de su existencia y reconocer que nadie es inmune a ellas. Les recomiendo estar atentos y hacer un inventario activo de tropezones propios y ajenos durante la jornada. Se sorprenderán. 

En segundo lugar, les propongo una sencilla guía, resumida en el siguiente gráfico:

Y recuerden, tropezar está permitido... Nobody's Perfect!

Mr Carl Icahn nos avisa: Peligro Económico Más Adelante

Hace un par de días tuve la oportunidad de ver un breve vídeo de Carl Icanhn, uno de los más importantes inversores, magnates y filántropos de la actualidad, accionista de muy relevantes empresas, a las que ha querido impregnar su forma personal de entender los negocios. Hombre hecho a sí mismo, paradigma del American Dream, ocupa el número 22 de la lista Forbes 400, el 31 de la lista mundial de multimillonarios (20 en EEUU) y el quinto puesto entre los gestores de hedge funds.  Es, además, una figura muy respetada en el ámbito económico, con una gran capacidad comunicativa, claridad de juicio y un envidiable ánimo combativo a sus 79 años de edad. Un hombre que sabe bien de lo que habla, porque a diferencia de tantos otros teorizadores, se juega su fortuna personal en ello

Sus impresiones sobre la situación económica actual no tienen desperdicio y suponen un importante aviso a navegantes con el que coincido en muchos aspectos. Sus ideas fuerza son las siguientes:

  1. Los legisladores norteamericanos deben acabar con su inercia fiscal.
  2. Los CEOs se están aprovechando de las debilidades del sistema (como en el ciclo anterior, que condujo a la Gran Recesión).
  3. Nuestra economía debe reducir su dependencia de los bajos tipos de interés.
  4. Las rentas obtenidas en el extranjero deben ser repatriadas y dedicadas a expandir industria.
  5. La normativa fiscal de las empresas necesita reestructuración.
  6. La deslocalización fiscal de empresas es injusta.
  7. Hay demasiada ingeniería financiera y demasiadas pocas inversiones en capital.
  8. La calidad de los informes sobre beneficios empresariales es muy pobre.
  9. La Reserva Federal debe subir tipos porque el riesgo de malas inversiones en numerosas clases de activos se han incrementado.
  10. El mercado de bonos de alta rentabilidad es una burbuja.
  11. El papel de Blackrock (y otros) en ese mercado de bonos de alta rentabilidad constituye un riesgo sistémico.
  12. Wall Strett hace lo que mejor se le da: vender securities. No existe para que los inversores individuales se enriquezcan. 

Aquí pueden disfrutar del vídeo completo: