Cita de la jornada (23/10/2014)
Extraída del magnífico artículo de Simón González de la Riva en Sintetia: "Empresas de libros abiertos: ¿un sistema para luchar contra los malos comportamientos?"
Por supuesto, válido tanto para empresas como para administraciones públicas.
Colin Powell: unas reglas de liderazgo con mucho sentido común
Hace un par de días analizando temas económicos con uno de mis jefes, cuando advertí sobre su mesa un tríptico en español cuyo título me llamó la atención: "Las 13 reglas de Colin Powell". Lo cogí, lo miré por encima y, como el contenido me resultó interesante, se lo pedí prestado para leer. Después, ya curioseando por Internet, me he enterado de que se trata de una lista muy popular de recomendaciones, todas ellas llenas de sensatez. Merece la pena revisarlas y pensar en ellas.
Y aunque no ocurra así, esta mentalidad de detenernos a reflexionar y a visualizar una mejora en medio del mayor agobio, cuando todo nos parece más negro que que una tarjeta corporativa de consejero de Caja Madrid, abre el camino de posibles soluciones. O al menos facilita el enfoque adecuado para buscarlas.
No debemos esconder el enojo que podamos sentir ante una incompetencia o un mal resultado, pero hay que evitar dejarnos llevar por la ira y gestionar dicho enfado en nuestro favor. Recomponernos y seguir adelante.
Corolario: debate abiertamente tus opiniones con tus subordinados y escucha constructivamente lo que tienen que aportar. Una vez considerados sus puntos de vista, toma una decisión y hazla cumplir. En caso de discrepancias, cabe recordar la regla número 2.
Ojo: estamos hablando de actitudes, no de realidades. Si al final los hechos nos desmienten, no nos obcequemos. Ser optimista no significa ser estúpido.
Dicho en otras palabras: vive con tus elecciones. Hay malas elecciones que puedes arreglar, otras no. De nuevo, recurre a la regla número 2 y supéralo.
Ello requiere enfoque, capacidad de análisis, criterio propio y valentía.
Cristalino: gobierna lo que esté en tu mano, sé responsable de tus propios actos y respeta el ámbito de decisión de los demás.
El éxito de cualquier proyecto reside siempre en la correcta ejecución de los pequeños detalles.
Reconoce el mérito de cada uno, y agradece personalmente su aportación. Del mismo modo, discute cara a cara con los responsables de directos del fracaso de una actividad: por qué ocurrió y qué puede hacerse para arreglarlo. Se trata de aprender y seguir adelante. Y para los quejosos, de nuevo, la regla número 2.
La calma es una de las actitudes más difíciles de mantener durante una crisis. Exige mucho entrenamiento y grandes dosis de disciplina interna, pero tener un jefe que no pierde ni la compostura ni el buen trato en los momentos críticos es una garantía para cualquier equipo.
Tener un propósito y compartirlo con tu equipo de trabajo es un requisito imprescindible para cualquier proyecto que funcione. La voluntad y la exigencia en la persecución de ese propósito son el combustible del equipo.
Tener miedo es completamente humano, pero condicionar tus acciones a ese miedo y mostrarlo públicamente a tu equipo no es una opción.
El optimismo no conduce a nada si no se acompaña con sólidos fundamentos y acciones sustanciales, pero proporciona el marco adecuado de confianza y actitud en cualquier equipo. Todo discurre siempre MUCHO MEJOR con el ánimo bien dispuesto y una sonrisa.
Benjamin Franklin y la deuda
Esta semana he estado en Filadelfia por motivos de trabajo. No conocía la ciudad y ha resultado una agradable sorpresa: bulliciosa, con mucha historia a sus espaldas, llena de claroscuros, tremendamente viva. Conocida orgullosamente por sus habitantes como "The City of Firsts", fue lugar de residencia de uno de los más grandes personajes estadounidenses y uno de sus Padres Fundadores: Benjamin Franklin, verdadero hombre renacentista por la variedad y amplitud de sus conocimientos.
Benjamin Franklin escribió sobre una enorme variedad de temas, entre ellos la economía. En su obra "The Way to Wealth" reflexiona sobre el valor de la responsabilidad, la voluntad, la industria y la frugalidad en la consecución de un futuro económico venturoso. Se trata de una lectura muy recomendable en estos tiempos de falsa prodigalidad; sus reflexiones no han perdido ni un ápice de valor. Como ejemplo, lean este extracto en el que trata el tema de la deuda (traducción propia):
Pura sensatez ¿no les parece?
Postdata: "Pobre Richard" (Poor Richard) era el seudónimo bajo el que Benjamin Franklin publicó un famoso almanaque desde 1732 hasta 1758. También utilizó el seudónimo de Richard Saunders.
El valor de la discrepancia, en una cita
Primera reflexión tras conocer la noticia de la cancelación de la colaboración de Juan Ramón Rallo con TVE: sólo se avanza desde la curiosidad intelectual, la duda y el contraste de esa duda mediante el debate continuo de ideas contrapuestas.